martes, 8 de septiembre de 2009

In the air tonight


Lo siento venir en el aire esta noche. Las palabras, los recuerdos, la despedida…
Pero no quiero perder las esperanzas. Porque te veo venir tomado de mi propia mano, acariciando el día con una tibia y dulce sonrisa, y tus ojos llenos de miel, dulce miel, que me miran hablándome como las estrellas lo hacen con su luna. Y tus suspiros chocan con mi dolor, fragmentándolo en pequeñas esquirlas de hielo, que se derriten con el sol de tus palabras. Tus pensamientos llenos de gloria parecen llegar a mi mente, mediante tu mirada.
Pero lo siento venir en el aire, en el viento, en la brisa…
Pero el miedo no me atormenta, al igual que el dolor, que abre por anticipado lentamente una brecha, una llaga, en mi pecho, que quema como una hoguera que consume millones de ilusiones. Mi sonrisa hecha añicos mantiene su compostura, su rigidez; como un fantasma, que permanece allí, hasta que sabe que nada, absolutamente nada, le queda en el mundo real. Y es sorprendente que las lágrimas, mis irreprochables amigas, todavía no aparezcan, porque yo las espero; al igual que mi dolor, otro íntimo amigo.
Lo siento en el aire, ahora, en mi cuerpo…
Que se apabulla en el sufrimiento, buscando algún tipo de consuelo. Ése cuerpo que no se sostiene por si solo, porque le pesa algo dentro suyo, en lo más profundo, a pesar de sentir un vacío que se abre en toda su extensión. Y ésas manos, que se retuercen y se aplastan una a otra, buscando lo que ya está perdido. Y ésos ojos, desbordados en lágrimas, y a la vez tan secos y cansados de llorar, que centran su vista en nítidos recuerdos, que por mucho que quiera y desee, no son realidad.
Ya está aquí, en el aire, en mi cuerpo…
Que ya no resiste más, y está cansado de sufrir.
Sí, ya está aquí… El adiós ya llegó.

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